Empieza el bombardeo (III).

Día 14 de Junio de 1809 (1ª parte)

Extracto del "Diario de Gerona".

Santoral: nota de las Cuarenta Horas: parte de D. Pedro Juan Morell de lo ocurrido á su guerrilla durante la noche del 12 al 13: noticias del sitio: noticias del Empurdán: Oficios de la junta del Principado á los generales Blake y Coupigni con fecha del 4: parte de D. José Bertrán de la misma fecha: noticias de Caspe del 24 de mayo: y la siguiente composición poética.

"A la Cruzada gerundense dedica el menor de sus individuos esta

ODA

¡Estado lastimoso!
Gerona la terrible está sitiada,
El francés orgulloso
Con sus huestes la tiene bloqueada,
Y espera por momentos
Sus falaces y nulos parlamentos.
Ya, ya se lisonjea
De que en breve saldrá por fin triunfante;
Sus tropas dice: ea
Que se acerca el feliz y bello instante
Ya es nuestro todo el oro,
La plata, la Ciudad y su tesoro.
Mucho te aman, Gerona,
Los huéspedes que cercan tu muralla,
Más qual fuerte leona
Ahuyentas de tus ojos tal canalla,
Y sin gastar razones
Contestas á su amor con los cañones.
No por eso desisten;
A pesar de tu horrible artillería
Ha más de un que existen,
Ya hacen una, ya otra batería,
Sin duda con deseo
De rendirte al horror de un bombardeo
¿Rendirte? ¡Qué locura!
No piense eso de ti el monstruo infame
Que tu valor apura,
Por más que á sus bandidos lo proclame,
En el instante mismo
Qual nunca brillará tu patriotismo
Ya aparece su fuego
Presagio de la más pronta victoria:
Alistémonos luego,
Así claman ansiosos de la gloria
Tus hijos, y al momento
La Ciudad se convierte en campamento.
Todos somos soldados,
Quando más el francés nos amenaza;
Vamos fieles Cruzados,
Acabemos con él y con su raza,
Demos la sangre y la vida
Tras del gran Militar que nos convida.

Enrique esclarecido,
Vamos, vamos al campo de el gran Marte;
El francés abatido
Sin osar, ni poder contrarrestar
Dirá desesperado:
Ah Gerona: ¡qué cara me has costado!
Fuego y cuchillo clama
El pobre, el menestral, el caballero,
Hasta la débil dama
Empuñará contenta el duro acero;
Animo, pues, Gerona,
Ya te tema la turba franc-masona.
Gracias al buen gobierno
Que te ha dado Narciso desde el Cielo
Tu nombre será eterno
Si correspondes al ardiente celo
De tu Alvarez amado,
Tu Junta, tu Ilustrísimo Prelado.
Protegidos del Cielo,
Esa tropa infernal ni un paso avanza,
En este feliz suelo
Todo inspira valor, todo venganza,
Todo les es contrario,
Aun los brazos augustos de el Santuario,
Las manos consagradas,
Depósito exemplar de la paciencia,
Del francés ultrajadas
Empuñan el acero sinclemencia,
Y del siglo al exemplo
Muerte clama el Altar y muerte el templo.
La tétrica desidia
No tiene ya en Gerona algún partido,
Salir al campo envidia
En su lecho el pobre desvalido,
Con valor semejante
Lo desean el viejo, y el infame.
Cruzada Gerundense,
Agregada á la tropa vencedora,
El Cielo te dispense
Aquella ventura y feliz hora,
En que aterre á la Francia
Tu Religión, tu honor y tu constancia.

Fr. J.A. Carmelita Calzado".

Las iniciales de esta firma corresponden con las de Fr. Juan Alemany, carmelita calzado, individuo de la Cruzada Gerundense.

Sucesos del sitio.

A las nueve y media de la noche anterior, volvió á oirse el costumbrado tránsito de carruages hacia el Puig den Roca, pero á la media hora cesó todo ruido, reinando el silencio más profundo.

Cinco minutos después de haber dado las doce en el campanario de la Catedral, once intensas y acompadas detonaciones, anunciaron que la batería de doce morteros, iniciaba su fatal misión. Once líneas de fuego se levantaron, sucesivamente, como rasgando la oscuridad de los cielos. Cayeron y estallaron las primeras bombas, de aquella lluvia de hierro y fuego que tantos meses había de durar, llevando la ruina y el incendio dentro la pequeña ciudad de Gerona.

Tocóse generala. Al sonido de las campanas, y al redoble de los tambores, paisanos y militares, acudieron todos, prontos y entusiastas, á ocupar los puestos de antemano señalados. Los cuerpos de la guarnición acudieron también á los suyos, pero sin tocar cajas en su marcha, y con el mayor silencio por haberlo asi dispuesto el general.

La plaza, el castillo de Montjuich y la torre de San Luís contestaron con un fuego bastante vivo, al de la espresada batería.

El general Alvarez, seguido de su mayor general, el estado mayor de la plaza y sus ayudantes, recorrió en el acto el recinto y los principales puntos de la plaza.

Á las cinco de la madrugada, á causa del bombardeo, el Ayuntamiento pasó á instalarse en los claustros de la Catedral, donde estaban ya por el propio motivo las Juntas Gubernativas y Económica. Dióse de ello parte al general, quien se manifestó conforme.

Las mujeres, los niños y los hombres inútiles para las armas ó para las obras de defensa, se refugiaron en la Catedral y en los demás puntos de abrigo, habilitados para resguardarse de las bombas.

Los enfermos fueron trasladados á la iglesia de San Pedro de Galligans, por tener muy buena bóveda.

El enemigo continuó el bombardeo con imponente regularidad, arrojando cuarenta bombas cada hora, hasta las diez de la mañana en que menguó algo.

A las cuatro de la misma madrugada, la batería llamada de la Casa Blanca, situada en la altura de Tramont rompió un fuego vivísimo contra las torres de San Luis y San Narciso, con ocho cañones de á 24, un obús de á 8 y otro de seis pulgadas. Esta batería se componía de dos caras, con un obús y cuatro cañones cada una, batiendo la cara derecha la torre de San Luis y la izquierda la de San Narciso. A su retaguardia y por ambos lados tenia un camino abierto muy capaz para comunicarse sin riesgo con el pueblo de Campdurá. Los primeros tiros hicieron poco daño, pero enmendaron luego la puntería y la acertaron de tal manera que desperdiciaron muy pocos, causando bastante estrago en la primera de dichas torres, sobre todo en las troneras, merlones y en la gola, la cual quedó muy estropeada. Las garitas, escusados y demás edificios sencillos quedaron en un instante arruinados; quedando también bastante maltratado el repuesto de pólvora de resultas de algunos tiros que le cayeron encima.

Esta batería apagó su fuego á las ocho de la mañana volviendo a empezarlo al medio día, continuándolo hasta el anochecer, abriendo varios boquetes en ambas torres é inutilizando una pieza en cada una. Por la noche se repararon los desperfectos con sacos de tierra, faginas y barriles, habiendo el ingeniero comandante de la plaza confiado este trabajo al oficial del segundo de Barcelona, D. José de Ortega y al cadete del regimiento de infantería de Borbón D. Luis Bou y Camredon, ambos ingenieros voluntarios y destinados á la defensa del castillo de Montjuich.

El fuego de la plaza y de los fuertes fue muy vivo y sostenido en todo el día. Como las balas enemigas eran incendiarias causaron algunos incendios en edificios particulares, reduciendo además á cenizas el grande hospital llamado del Rey, situado en la actual plaza del Grano ó de San Francisco.

He aquí como el P. Cúndaro describe este incendio:

"Una bomba que cayó á la una de la tarde en el hospital militar, pegó fuego al repuesto de paja, que allí había y fue tan voraz y ejecutivo el incendio, que no obstante de tomarse las mas serias y ejecutivas providencias para apagarlo, no pudo impedirse que las devoradoras llamas lo redujeran á ceniza. Consiguióse sin embargo con las órdenes dimanadas del Gobierno y reducidas á efecto por la oficiosa solicitud de la guarnicion y vecindario, librar de la voracidad de las llamas á los pobres enfermos, trasladarlos á otro lugar y cortar la comunicación del fuego á las casas inmediatas. Con todo, aquel astuto y malevolo sitiador no cesaba de dirijir bombas al mismo punto y á sus inmediaciones con el fin de estorbar que se intentase atajar el incendio y hacer sangriento destrozo de los que tuviesen valor para acercarse al incendiado hospital, ó para sacar á los enfermos, ó para apagar las voraces llamas, ó para contener sus ulteriores progresos. El fuego del amor cristiano y patriótico, que ardía en el generoso pecho de los sitiados, tuvo mas fuerza para hacerlos correr exhalando al socorro de sus hermanos y defensores, que el exterior en que ardía el edificio, y las bárbaras explosiones del furioso Marte, que dirijía allí los instrumentos de su furor ciego, para retraerlos y cuitarlos. Una bomba vi caer delante de la puerta misma del dicho hospital poco después que se manifestó el incendio y estando llena de gente la plazuela. Llegar al suelo y reventar, fue casi á un mismo tiempo y aunque apenas lo dio y casi no había lugar para agacharnos todos, no resultó la menor desgracia.

"La quema del hospital y de sus camas, no solo de las que estaban actualmente en servicio, sí que también de las que habían de prevención, en sus repuestos, puso á la Junta de Gobierno de la Ciudad, movida del ardiente celo del Ministro en ella de la Real Hacienda D. Carlos de Beramendi, en la precisión de mandar publicar un pregon por el cual se solicitaban del acreditado amor patriótico de los vecinos, que contribuyesen por su parte á la urgente necesidad de los enfermos y heridos, entregando las camas que pudiesen ó parte de ellas según su posibilidad á los comisionados para recibirlas. Prestáronse gustosos á dar este alivio á sus bizarros atletas enfermos, varios de los vecinos y oficiales de la guarnición, contibuyendo á la urgencia pública, quienes con camas completas, quienes con mantas, colchones, sábanas y otros necesarios utensilios. Pero para precaver en lo sucesivo tan funestas catástrofes se apostaron entres diferentes puestos de la ciudad tres brigadas de albañiles y peones con sus correspondientes utiles para apagar los incendios y con la orden de acudir cada una de ellas con prontitud á los lugares incendiados con la respectiva tercera parte de las plazas que les habían prefijado. Con esta sabia medida y la oficiosa diligencia de los oficiales y sus dependientes, aunque en el largo espacio de seis meses que duró el bombardeo, cuando mas activo y cruel, cuando mas pausado é intermitente, hubo en ella varios incendios de faginas, pajas, etc. etc. y se pegó fuego á algunos edificios; ó fueron de poca consideracion los daños, ó se logró la ventaja de contener la voracidad de las llamas. Lo que no pudo impedirse fue la ruina de las casas y la muerte fatal de algunos desgraciados".

La formacion de las brigas estaba hecha desde el día anterior pero no contaban aun con la organizacion debida y de aquí que en el incendio del hospital militar, no hubo por parte de las mismas el orden que reinó en los incendios sucesivos. Como la mayoria de los individuos de las estaban alistados en la Cruzada, se resistian al principio á dejar las filas y el armamento, creyendo que el servicio militar estaba más conforme con su honor y ardimiento.

Emilio Grahit y Papéll




Hússars. Oficial d'hússars de Maria Lluïsa. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Hússars. Hússar de Maria Lluïsa en uniforme de gala. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Hússars. Hússar de Maria Lluïsa en uniforme de gala. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Caçadors de cavalleria. Capità en uniforme de passeig. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.


Back-Index-Next