Sucesos anteriores al levantamiento de Gerona (III).

Dos días después el Ayuntamiento de Gerona recibió un oficio del Gobernador trasladando otro del general Duhesme, quien como si fuese el verdadero Capitán General de Cataluña, ordenaba desde Barcelona que se preparase convenientemente alojamiento para un personaje de la más alta gerarquía que debía venir de Francia. Inútil es que ponderemos los comentarios á que esto dió lugar, suponiéndose que el personaje de que se trataba era el mismo Napoleón. El Ayuntamiento, en sesión del propio día 20, destinó para dicho alojamiento la Casa del Conde de Solterra, adornándola en debida forma.

Todos estos sucesos mantenían al pueblo en constante agitación que aumentó estraordinariamente con las notícias que se recibieron de la Corte, en especial con la de la abdicación de Carlos IV á favor del príncipe Fernando y con la entrada de éste y Murat en la Capital de la monarquía.

El día 29 se tuvo notícia de la venida de dos nuevas diviones francesas que debían pasar por Gerona y en su vista, se publicó el siguiente edicto para su alojamiento, dando á entender de nuevo, con objeto de calmar los ánimos, que venían como aliadas.

"Aviso al público.

"Por los avisos que tiene de oficio el Ayuntamiento de esta Ciudad deben transitar dos Divisiones de Tropas Francesas en los días 4, 5 y 6 del próximo mes de Abril, la primera compuesta de dos mil hombres de infantería, y trescientos de Caballería montados, y la segunda de quatro mil hombres de Infantería, todos con dirección á Barcelona, y sus inmediaciones; lo que se hace notorio al Público al fin de que en los aloxamientos de dichas Tropas sean tratadas con la mayor consideración respecto de ser aliadas nuestras, y por la satisfacción que debe cabernos en el importante servicio que prestan á nuestro amado Rey, y Señor.

"Igualmente se previene que por pretexto alguno de los Revendedores, y demás que tengan tienda abierta de comestibles, ó qualquiera otro género que sea, alteren los precios de las cosas con motivo del tránsito de dichas Tropas aliadas porque sobre estar esto ya prohibido por repetidas órdenes, serán castigados los contraventores con el mayor rigor, y con proporción al exceso que cometieren; y para que venga á noticia de todos se manda publicar este Edicto en los parages Públicos, y acostumbrados de esta Ciudad.

"Gerona 29 Marzo de 1808.-- Joaquin de Mendoza.-- Por acuerdo del muy Ilustre Ayuntamiento.-- Juan Perez Claras Secretario".

Las notas capitulares consignan el paso de dichas dos divisiones en los siguientes terminos:

"Nota.-- Hoy que contamos 4 de Abril de 1808 á cosa de las 3 de la tarde ha entrado en esta Ciudad una División de tropas francesas compuesta de 2.000 hombres de infantería y unos 300 caballos y se han aloxado, esto es 1.000 infantes en el Colegio Tridentino y Seminario conciliar; otros 1.000 en el Real Hospicio y toda la caballería en el quartel de Figuerola y la oficialidad se ha aloxado en casas particulares, así de eclesiásticos como se seglares; de todo lo que hago esta nota por memoria.-- Claras.

"Otra.-- Hoy día seis de Abril de 1808 la División espresada en la antecedente nota, después de haber descansado en esta Ciudad todo el día de ayer, á las 5 de la mañana ha salido entera, con dirección á Barcelona; durante su mansión en esta Ciudad, se les ha socorrido con el mayor afecto y los franceses por su parte no han dado el menor motivo de quexa: lo que también noto por memoria.-- Claras.

"Nota.-- Hoy día 6 de Abril de 1808 á las 3 horas de la tarde ha entrado en esta Ciudad otra División de tropas francesas, toda de infantería, compuesta de 1.590 hombres, la que se ha aloxado la mitad en el Hospicio y en el Colegio tridentino y Seminario la otra mitad y los oficiales se han puesto por las casas.

"Hoy día 7 dicho (sic) á las cinco de la mañana ha salido de esta Ciudad toda la espresada División en dirección a Barcelona y durante el tiempo que ha permanecido en esta Ciudad no ha dado el menor motivo de quexa: lo que noto por memoria.-- Claras.

"Otra.-- A las quatro y quarto de la tarde del día 8 de Abril de 1808 ha entrado en esta Ciudad el General Francés de División, Chabran, y se ha aloxado en la plaza del vino en la casa de Dª Mariana de Carles.

"Hoy nueve dicho por la mañana dicho General ha visitado todas las fortificaciones y el Hospital militar, y á las doce se ha presentado al Ilustre Ayuntamiento que estaba presidido del Caballero Gobernador formados todos sus individuos con las insignias y los maceros con sus gramallas y mazas; se le ha recibido con toda la etiqueta dándole el lugar preferente, pero no quiso sentarse y dixo que venía á dar las gracias á la municipalidad de lo mucho que habían hecho á favor de las tropas francesas que hasta ahora habían entrado y que esperaba continuarían haciendo lo mismo con las nuevas que transitaban; á lo que contestó el caballero Regidor antiquior que el Ayuntamiento estimaba la atención de S. E. y que en lo que había practicado había cumplido las órdenes del Rey que eran de que se tratasen las tropas francesas con la mayor consideración como así se había hecho y se haría con las demás que llegasen y despues de algunos cumplimientos se despidió S. E. y el Ayuntamiento le acompañó hasta el humbral de la puerta interior donde se entra á la Sala Capitular.

"En dicho día 9 Abril de 1808 á las cinco de la tarde ha llegado á esta Ciudad una columna de tropas francesas compuesta de 670 hombres; se ha aloxado en el Real Hospicio y los oficiales en casas particulares.

"Hoy día 10 Abril 1808 á las cinco de la mañana ha salido de esta Ciudad con dirección a Barcelona dicha columna y á las 7 partió para el mismo destino el espresado General de división Chabran, lo que noto por memoria.-- Claras".

Una particularidad muy notable ocurría, y daba lugar á diversos comentarios entre la gente del pueblo, cual era la de que habiendo Carlos IV abdicado el día 19 de Marzo á favor del príncipe D. Fernando, el más deseado de los reyes que España ha tenido, no se habia hecho saber oficialmente, lo cual además de la alarma que producí, tenia verdaderamente admiradas á las autoridades de Gerona.

Y lo más notable fué que la primera notícia la recibió el Cabildo Catedral, que la tuvo á mediados de abril, acordando unas rogativas para el feliz gobierno del nuevo monarca, á las que determinó asistir el Ayuntamiento.

Poco antes de celebrarse esta función religiosa el Gobernador recibió la Real órden en que se hacía saber el camino del monarca, de la que dió traslado al Ayuntamiento con fecha 29 del mismo Abril, en vista de la cual esta Corporación en sesión del siguiente día acordó nombrar comisionados en su seno para que en unión de los que nombrase el Cabildo eclesiástico, determinasen lo conveniente para la celebración de las rogativas y al mismo tiempo se acordó felicitar al nuevo Rey por su exaltación al Trono.

Como que esta novedad era del agrado de todos, en el mismo día se reunieron los comisionados y determinaron celebrar las rogativas al día siguiente, junto con otras funciones religiosas con asistencia del Ayuntamiento y entre ellas llevar á cabo unas horas de vela en la misma forma y solemnidad con que se celebraban y celebran aún las Cuarenta horas de la Semana Santa en la Iglesia Catedral.

Todo esto no era, sin embargo, suficiente para calmar la agitación febril de que estaban poseídos los ánimos de todos, por las gravísimas notícias de lo que ocurría en la Corte.

En efecto: la entusiasta entrada de Fernando coincidió con la de Murat, quien al frente de un cuerpo de ejército y sin consideración á la autoridad Real empezó á obrar como si él fuese el verdadero monarca. Lo más grave era que Carlos IV y su esposa acudían á él como a un superior pidiéndole la libertad de Godoy, y á sus instancias y á las de la influencia francesa hacía público Carlos que su abdicación había sido forzada y en presencia de la insurrección que la motivara.

Todo iba de mal en peor. Si los reyes padres se arrastraban á los piés de Murat, Fernando nada llevaba a cabo que pudiese indicar que su ánimo era el de cortar los males presentes y librar á la nación de los molestos huéspedes que la irritaban, antes al contrario, desconociendo su cargo y mostrándose tan pequeño como sus padres, no tuvo inconveniente en dejarse llevar hasta Bayona para demandar ridícula e inútilmente al ambicioso Napoleón, la mano de cualquiera de sus parientas.

Entre tanto, obtenia Godoy su libertad, gracias á la intervención francesa, y Carlos IV y María Luísa le seguían en su viaje á Bayona, mientras el pueblo de Madrid derramaba generoso su sangre inmortalizándose en la jornada del dos de Mayo.

Toda la família Real de España quedaba en poder de Napoleón y cual si se tratase de un asunto mercantil, Fernando renunció la corona á favor de su padre y éste á favor de Napoleón, siendo el precio de estas renuncias unas deshonrosas pensiones que se estipularon, mientras en España se ocultaba la verdad de estas escenas y aparecía Murat como regente del Reino nombrado por el mismo Carlos IV, en el acto de emprender su viaje hácia Bayona.

El pueblo español, sin ahondar estos acontecimientos á falta de medios de publicidad, los entendía de muy distinta manera, pues sin pararse en los motivos del viaje de la família Real á Bayona consideraba que las renuncias eran debidas pura y simplemente á las amenazas y á la violencia.

El Ayuntamiento de Gerona tuvo oficialmente la primera notícia de estos sucesos por medio de un misterioso impreso del Conde de Ezpeleta Capitán General de Cataluña, participándole con fecha 16 de mayo que Carlos IV había sido restablecido en el trono, nombrando á Murat Gobernador General de los reinos, por cuyos motivos el mismo Ezpeleta encargaba la unión con las tropas del Emperador, como único que podía dar la salvación de España.

Admirado hasta lo sumo el Ayuntamiento del contenido de este impreso, no acordó cosa alguna y temeroso del ánimo que dominaba entre el vecindario, se guardó muy bien de darle la menor publicidad.

Conociendo Duhesme el estado anormal de los ánimos de los gerundenses y no siéndole posible poner guarnición en la Ciudad, envió á ella al Comisario de guerra Schweisguth, con la escusa de cuidar de los enfermos que el ejército francés habia dejado en los hospitales y disponer lo necesario para el tránsito de los cuerpos que faltaban á pasar. Pero en realidad su misión tenia por objeto vijilar la conducta del pueblo, de la guarnición y de las autoridades, así es que al menor incidente que ocurria en la Ciudad ya le aprecia ver el plan de una sublevación contra el poder de los franceses, traidoramente impuesto, y ofrecía al Gobernador el envio de un cuerpo de tropas francesas, que procuró escusar contínuamente al anciano General Mendoza.

A consecuencia de las ocurrencias políticas que acabamos de reseñar se publicaron algunos impresos anónimos, llenos es espíritu patriótico, y habiendo llegado uno de ellos á manos del Comisario de Guerra francés, fué á conferenciar con el Gobernador, mostrándose sumamente alarmado y temeroso de que hubiese una asonada entre el paisanaje y aunque el Gobernador procuró calmarle, insistió vivamente el Comisario para que se tomaran medidas preventivas, en vista de lo cual el día 18 del mismo mayo ofició al Capitán General, consultándole lo que debía hacer y además á instancias del mismo Comisario llamó á los Regidores D. Francisco de Delás, D. Martín de Burgués y D. Ramon Vilar, manifestándoles lo que ocurría, la consulta que acababa de hacer y "encargándoles que en el interín se esmerasen en procurar por la quietud pública y que luego de tener respuesta de S. E. la trasladaria para gobierno del Ayuntamiento".

El Conde de Ezpeleta, Capitán General de Cataluña, perplejo é indeciso ante los acontecimientos que tenían lugar, contestó con los siguientes ambiguos términos:

"Las órdenes que V. S. puede desear en contestación á su oficio de antes de ayer, son las mismas que la Real Audiencia y yo le comunicamos de oficio. Estas dimanadas y emitidas por la Autoridad legítima del Soberano, demuestran su voluntad y deliberaciones, á las que nosotros debemos obedecer y conformarnos. Este debe ser el verdadero espíritu, principio y norma de nuestras operaciones y de la opinión general; la que si por reflexión detenida se poseyera de dichas verdades sin dar cabida á preocupaciones exaltadas, é indiscretas, y de quanto importa la moderación, la tranquilidad y el órden público á la felicidad individual y á la prosperidad nacional, no daria caso á los temores, que V. S. me manifiesta y que es preciso desvanecerlos á precaución por las autoridades todas juntas, con los naturales de juicio y prudencia conocidos, haciendo uso de las reflexiones dichas, dando valor á las órdenes comunicadas sobre la Corona y presentando el gran interés y conveniencia que la quietud ofrece y asegura".

El Gobernador trasladó este oficio al Regidor antiquior "para que lo manifieste con reserva al Ayuntamiento de cuyo conocido celo por el Real servicio espero dedicará todos los desvelos, á que los vecinos de esta leal Ciudad, conozcan la absoluta necesidad en que se hallan de obedecer religiosamente las órdenes del Soberano conformándose con su voluntad como único medio de asegurar el órden público y la felicidad individual y general".

En su vista, los individuos del Ayuntamiento en sesión del día 23 del mismo mayo "acordaron que del contenido del preinserto oficio no se hiciesen voces y que los individuos del Ayuntamiento con el mayor disimulo se metan en las conversaciones públicas, procurando disipar y desvanecer las preocupaciones exaltadas, é indiscretas que acaso oyesen, exhortando con prudencia quanto importa la moderación y tranquilidad y que si observasen algun exceso den luego parte para que pueda tomarse la providencia que corresponda".

Emilio Grahit y Papéll




Napoleó l'any 1802, oli sobre tela d'Antoine-Jean Gros. (Wikipèdia)



Retrat de Joachim Murat. Oli sobre tela de François Gérard. 218 x 141 cms. Museo di San Martino. (Wikipèdia)



Retrat de Joachim Murat. Oli sobre tela de François Gérard. 1801. Château de Versailles. (Wikipèdia)



Retrat de Carles IV. Oli sobre tela de Francisco de Goya, 1789. 203 x 137 cms. Museo del Prado, Madrid. (Wikipèdia)



Retrat de Ferran VII. (Wikipèdia)



La reina Maria Lluïsa de Borbó-Parma, esposa de Carles IV i mare de Ferran VII. Francisco de Goya. Oli sobre tela 209 x 125 cms. Museo del Prado. (Wikipèdia)



La reina Maria Lluïsa de Borbó-Parma, esposa de Carles IV i mare de Ferran VII, 1789. Francisco de Goya. Oli sobre tela 220 x 140 cms. Museo del Prado. (Wikipèdia)


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.


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