Amores de cine Hollywood, 1920-1970 Exposición temporal en el Museu del Cinema, Sèquia, 1. |
Horario: Martes a domingo: 10h. a 20h.Imatges: © Album. Archivo fotográfico |
Lo mismo que las estrellas de verdad, que nos envían su luz a través del tiempo y del espacio cuando, en realidad, hace muchos años que algunas ya se apagaron, ciertas estrellas de Hollywood que labraron su fama en solitario – aunque siempre muy bien arropadas en sus legendarias galaxias-estudios: Metro, Paramount, Fox, Warner, Columbia o Universal- supieron también, cuando el destino o sus productores lo decidieron, brillar intensamente en pareja.
Todo el mundo, tanto en los estudios de cine como en las salas cinematográficas, advirtió enseguida que la unión de determinado actor y determinada actriz en la pantalla (no en la vida real, y a menudo ni siquiera en pruebas o ensayos previos al rodaje, como fue el caso bien conocido de Fred Astaire/Ginger Rogers, que fuera del plató llegaron a detestarse
mutuamente) producía una química especial, un chisporroteo que surgía del cruce de ambos estilos, del roce de los cuerpos o el intercambio de miradas. Se trata de una química sensual e intelectual que algunas parejas fabrican espontáneamente en la pantalla, y que nada debe a guionistas y directores. La inteligencia y la gracia, la fascinación que mutuamente generan
Katherine Hepburn/Spencer Tracy en “La costilla de Adán” por ejemplo, es algo que George Cukor supo cocinar con enorme talento; pero la química, el hechizo, la chispa, ya estaba en la pareja.
Abundan los ejemplos de pareja estelar, y el primero que debe citarse, aunque sea solo como un homenaje a los balbuceos iniciales del cine, parpadea en un pedazo de celuloide rancio: se trata del beso ya remoto de los maduritos May Irwin y John Rice (observen un instante la mano ensortijada de señor RICE: toda la fuerza del famoso fotograma radica en el sensual ímpetu
suplementario de esa mano). La lista seguiría con Valentino/Ayres, Garbo/Gilbert, Chaplin/Goddard, Fairbanks/Pickford… Siempre sin desdeñar emparejamientos ocasionales y efímeros, pero no menos legendarios y celebrados por el público inolvidables uniones en una sola película, como la tan explosiva e irrepetible de Kim Novak y William Holden en “Picnic”, o la muy histérica y despiadada de Marlon Brando y Vivien Leigh en “Un tranvía llamado deseo”-, la extensa relación que se inicia en los años veinte incluye famosos dúos: Tarzan Weissmuller/Jane O’Sullivan, Errol Flynn/Olivia de Havilland,
Bogart/Bacall, Newman/Taylor solo por citar algunos ejemplos.
Y formando pareja en más de una y de dos películas también alcanzaron fama combinados musicales como Micky Rooney/Judy Garland, o intrigas cómicas como las protagonizadas por William Powell/Myrna Loy. Tyrone Power/Gene Tierney formaron una hermosa pareja. Y entre los emparejamientos ocasionales –no estables, digamos, pero inolvidables para el buen aficionado, emparejamientos de una solvencia romántica, pasional o simplemente nupcial fuera de toda duda- cabría destacar a Elizabeth Taylor/Montgomery Clift (“Un lugar en el sol”), Ava Gardner/Burt Lancaster (“Forajidos”), Rita Hayworth/Orson Welles (“La dama de Shangai”), Bogart/Bergman (“Casablanca”), Joan Fontaine/Laurence Olivier, (“Rebeca”), Gregory Peck/Ava Gardner (“Las nieves del Kilimanjaro”), Clark Gable/Carole Lombard (el cine y la vida), Marlene Dietrich/Gary Cooper (“Marruecos”), Ingrid Bergman/Cary Grant (“Encadenados”), James Dean/Julie Harris (“Al este del Edén”) y por supuesto Rhett Butler/Clark Gable y Escarlata O’Hara/Vivien Leigh en “Lo que el viento se llevó”: ¿Y cómo olvidarnos de Ava Gardner/James Mason en “Pandora”, o de John Wayne/Maureen O’Hara en “El hombre tranquilo”?.
Juan Marsé