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Fires de Sant Narcís de l'any 1946

De otras Ferias de Gerona

El hondo arraigo que tienen en nuestra ciudad los días de Ferias de San Narciso y la devoción de la ciudad y diócesis a aquel Santo, han alcanzado siempre tal intensidad i raigambre, que ni aun en el calamitoso y a la vez glorioso año de 1809, en que la ciudad se vió atenazada por los horrores, daños y pérdidas que le ocasionó el heroico sitio que tan valientemente sostuvo contra las aguerridas tropas napoleónicas, ni aun entonces, dejó Gerona de commemorar aquellas fechas que, en circunstancias normales, eran para la ciudad jornadas de ajetreo, de satisfacción y de tradicional religiosidad.

Gerona, en 1809, al llegar los días próximos a la festividad de San Narciso, hacía ya más de un mes que experimentaba, en su carne viva, los terribles zarpazos del hambre y de graves enfermedades epidémicas, que hacían fácil presa en los organismos depauperados de sus habitantes y de su brava guarnición.

Hacía ya más de un mes, que, agotada toda la provisión de carne y otros alimentos que consiguió llevarle el convoy de García Conde, victoriosamente entrado en la ciudad, había visto reducirse todo el suministroa la carne de caballos y mulos, cuyos animales iban siendo sacrificados para dar un mínimo de alimentación sustanciosa a los desaventurados gerundenses; pero a últimos de octubre, apenas quedaban en todo Gerona un centenar de estos animales, descontando los caballos del escuadrón de San Narciso y solo unas 20 mulas que se guardaban para utilizarlas para los transportes de vituallas a los fuertes exteriores.

La confianza que sentía la población en que las fuerzas de Blake pudieran conseguir hacer levantar el sitio a los franceses, pareció renacer al acercarse la festividad de San Narciso, por creerse en la ciudad que aquel general aprovecharía aquella fecha para la esperada liberación. Tal vez así lo temían los franceses, ya que el día 28 comenzaron un movimiento de tropas por el llano de Salt, como si quisieran reforzar algunos puntos que su mando pudiera considerar más vulnerables.

En el recinto de la ciudad, la artillería enemiga, con persistente machaqueo, había conseguido abrir, desde primeros de septiembre, anchas brechas en las murallas de San Cristóbal y de Santa Lucía; y aun cuando la guarnición y los patriotas gerundenses habían conseguido rechazar victoriosamente el tremendo asalto dado por los enemigos a aquellas brechas el 19 de septiembre, en la ciudad se temía que en cualquier momento pudieran dar los franceses un nuevo salto, que ahora, dado el estado depauperado de los habitantes y de la guarnición, tal vez no se hubieran podido resistir con igual victoriosa eficacia que la vez primera.

Algunos militares de la guarnición, aun cuando veían bien la energía de Alavarez al rechazar las reiteradas ofertas de paz que transmitía el enemigo por diversos parlamentarios, lamentaban también que la guarnición restara pasivamente dentro de las murallas de la ciudad, expuesta a ir pereciendo ante el fuego enemigo, la disenteria y otras enfermedades, que iban acreciendo de día en día la aterradora mortalidad que se sufría.

Con tales perspectivas de desolación y de ruina y con un incremento en el fuego de cañón que desencadenó el enemigo a partir de la noche del 27 de octubre, como queriendo frustrar la celebración de la festividad de su Patrón, no hubiera sido cosa de extrañar que los habitantes de Gerona, ante las tristes circunstancias de aquel momento, hubieran abandonado la celebración de todo acto dedicado a festejar el Santo.

Y sin embargo, no fué así; tal vez porque, a medida que iban perdiendo los gerundenses esperanzas de que el ejército de Blake los liberara de aquel sitio atroz y terrible, iban cifrando todas aquellas en una posible y milagrosa mediación de su Santo Patrón, que en otras diversas ocasiones, también sin esperanzas, les había prestado su espiritual auxilio.

Para pedir a San Narciso, con más fe que nunca, su intercesión en momentos tan decisivos, el dia de la festividad del Santo, por la tarde, como era tradicional, aquellos valerosos gerundenses, desafiando los peligros que suponían la intermitente caída de las bombas enemigas en el recinto de la ciudad, los derrumbamientos que sus explosiones ocasionaban en los edificios y el peligro de quedar enfiladas algunas calles por el fuego de los fusileros de las avanzadas de Montjuich, acudieron valerosamente a la procesión en honor al Santo, la cual, sin prisas ni alarmas, recorrió su curso habitual, siendo numeroso el concurso de fieles que a ella asistieron.

Y dice Minali, testigo presencial de las escenas sucedidas entonces en la ciudad, que se hizo la procesión "como en tiempos de paz", pero entre el estruendo de las armas, pues el enemigo, en todo el día, hizo un vivo fuego de fusil, al que los cañones gerundenses y los fusileros desde las murallas, correspondieron "según lo permitía la escasez de municiones". Lacónica manera de describir el temple moral y de heroísmo de aquellos bravos luchadores.

En los restantes días que constituyen el período de Ferias, las cuales no pudieron celebrarse como tales, por el bloqueo en que el enemigo tenía la ciudad (no se olvide que la celebración de festejos en las Ferias es cosa posterior), el enemigo continuó no dando reposo a los gerundenses. Y durante aquellos días, en la ciudad se supo la triste nueva de que los franceses habían logrado rechazar a parte de las fuerzas de Blake, que estaban acantonadas en Sta. Coloma; y el estado sanitario de la ciudad fué empeorando aun, por la falta casi absoluta de medicamentos y apósitos, incrementándose el escorbuto y acrecentándose el número de defunciones. Cundía, además, el malestar entre la guarnición, algunos de cuyos miembros eran partidarios de efectuar una salida y abrirse paso, luchando, entre las filas enemigas, antes que morir tristemente, sin esperanza, dentro de los destrozados muros de nuestra agonizante ciudad. Pero el general Alvarez de Castro, que jamás fue partidario de tal salida, y cuyo resultado incierto tal vez hubiera resultado catastrófico, se opuso enérgicamente a tal proyecto y quiso que la defensa de Gerona quedara sublimada en la Historia Patria, por su duración extraordinaria, como una de las gestas más hericas y gloriosas; lo mismo por la desproporción entre los medios utilizados por los sitiadores y los sitiados, que por el temple manifestado por los vecinos y la guarnición de la plaza, cuyo espíritu de resistencia, de heroismo y de religiosidad, se manifestó siempre fuerte y pujante durante todo el largo y doloroso proceso de la defensa de Gerona.

El hecho de celebrar aquellos patriotas la festividad del Santo Patrón gerundense en un ambiente tan trágico, difícil y triste, constituye, de por sí, un verdadero testimonio de bravura entre los muchos que, en el transcurso de aquel largo y penoso sitio, supieron prodigar esforzadamente aquellos luchadores, para los cuales la tranquilidad, el reposo, las comodidades y aun la vida, nada representaron ante su decidido propósito y fehaciente realidad, de supeditarlos y ofrecerlos generosamente, para que florecieran valores espirituales más elevados, como fueron su resistencia heroica y su heroísmo glorioso.

Entre el ajetreo de nuestras plácidas y seguramente animadas Ferias de 1946, pensemos en dedicar, siquiera unos momentos, en rendir íntimamente un recuerdo piadoso y agradecido a aquellos gerundenses de 1809, que a tan alto nivel de fortaleza, dedesinterés y de bravura, supieron colocar el nombre de nuestra ciudad querida.

Joaquín Pla Cargol.

Article publicat al programa de Fires de 1946. S'ha respectat la grafia de l'original.


Programes de la col·lecció Bruguera-Gudayol de Girona. Somnis Antic

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