"Cuando Ava Gardner llegó a Girona en la primavera del 50 se hospedó en el hotel Peninsular. Por aquel entonces, mi abuelo era el maître del hotel y de su bar adyacente, el Savoy, una joya con preciosas sillas art déco. Ustedes me van a permitir la licencia de imaginarme, pues, que era precisamente mi abuelo quien le subía el desayuno a la habitación. Estadan rodando "Pandora y el holandés errante", y no sé si Mario Cabré estaba ya en la cama del Peninsular cuando llegó mi abuelo, pero si sé, y está documentado, que el "cálido poeta-torero" (como escribe Jaime Arias) escribió unos cuantos versos conmovedores dedicados al "animal más bello del mundo". Assumpció Nicolazzi, actual propietaria del Peninsular, cuenta que, en su niñez, fue testimonio del primer encuentro entre Gardner y Cabré, y que el futuro tio de Mario Gas enrojeció como un adolescente al primer contacto de los labios del mito contra sus mejillas. "Estaba nervioso. No sé si por conocer a Ava o porque estaba a punto de entrar en la plaza a torear, y estas cosas siempre impresionan".
Todo esto y mucho más (bueno "lo" de mi abuelo, no. Aún no estaban inventadas las cámaras ocultas) se puede ver en el reportaje que acaban de editar el Museu del Cinema y la procutora Video Play Serveis. Se llama "Pandora: quan Ava Gardner seduí Girona", y en él se pasa revista al tremendo impacto que supuso para una tristísima población de un poco más allá de la postguerra (y para la tranquila y muy marinera Tossa de Mar, la "Esperanza" de la película) albergar tanto mito viviente, empezando con Ava y acabando con James Mason, sin olvidar el viaje relámpago de un Frank Sinatra, dicen, carcomido por los celos".
Josep Maria Fonalleras, "La Vanguardia", 17 de juny 2011.