Día 19 de setiembre de 1809 (2ª parte).

Las mujeres de la compañía de Santa Bárbara se distinguieron también muchísimo en los asaltos de estas brechas. Sin intimidarse por los horrores del combate, llevaron cartuchos, suministraron vino y aguardiente á la tropa, recojieron heridos, transportándolos al hospital, y recojieron de los vecinos una cantidad de vino generoso, con que se obsequió á los fatigados defensores. Entre dichas mujeres sobresalieron Teresa Balaguer, viuda de Francisco Balaguer correo que había sido de la Junta, muerto por los enemigos, Isabel Pi, soltera, ambas naturales de Bagur, Esperanza Llorens de Cadaqués y Maria Plajas de Calonge. Algunas mujeres de esta compañía llegaron á tal extremo de valor que para recoger unos heridos que había, subieron hasta la cresta de las brechas á cuerpo descubierto, lo cual visto por los defensores de las mismas tuvieron que mandarlas retirar, á la fuerza, por que de palabra no querian, lo que no verificaron tampoco sin llevarse dichos heridos.

Demostraron así bien grande arrojo los paisanos José Molins, Pedro Suyastres, Juan Salabert, Juan Barrasetas y Francisco Rogés, que junto con otros individuos de la compañía de reserva del General de la Cruzada gerundense tomaron parte en el sangriento ataque á la bayoneta con que fueron echados fuera de las brechas, los enemigos que ya habia logrado entrar por ellas. Era tradicional entre el pueblo el valor y ardimiento que estos y otros paisanos demostraron en aquella ocasión memorable, y en nuestra primera juventud habíamos oido nombrar y elojiar á varios de ellos, por algunos de los venerables veteranos del sitio.

Igual resistencia hallaron los enemigos en la brecha de San Cristóbal. Era ésta más practicable que la de Alemanes por no elevarse mas que dos varas escasas sobre el nivel del camino, pero el fuego vivísimo de sus defensores reforzados por el segundo tercio de Vich, unidos al de polladas, granadas de mano y de á seis, con que fueron recibidos los asaltantes, les impusieron de tal modo que sin atreverse á trepar por la rampa, fueron retirándose hacia la parte de Alemanes, donde unidos á los que asaltaban aquellas brechas, intentaron el tercero y cuarto asaltos que dieron á las mismas conforme queda esplicado.

Las bajas que tuvieron los enemigos en estos dos puntos fueron muchas. D. Blas de Fournás jefe de las mismas, en su parte espresa que se vieron muertos unos 300 hombres, entre ellos un coronel, perteneciendo los que se hallaron en las brechas al regimiento francés n.º 55. Este cálculo se hizo prescindiendo de los heridos y de los que murieron en puntos más apartados de aquellas inmediaciones.

Ya hemos dicho que el avance de las columnas enemigas fue simultáneo, así es que al mismo tiempo que se atacaban las brechas de Alemanes y San Cristóbal, la de Santa Lucía era saltada por la columna al efecto apostada en las ruinas de la torre de San Juan ó sea por toda la división italiana del general Pino. El avance se hizo con mucho ardor y viveza, pues los asaltantes teniendo los ramales de trinchera á tiro de piedra, tuvieron que andar muy poco á pecho descubierto, sin tener que subir cuesta ni rampa de ninguna clase. Apostados los enemigos en la misma brecha por no haberse podido formar en ella los defensores á causa de la poca capacidad de la cresta, y no haberse podido ocupar el camino colateral de ronda; rompiose un vivo fuego de fusilería que les hizo la tropa desde el parapeto, la Torre de la iglesia, y las ventanas y aspilleras de este edificio. Defendian dicho parapeto nueve granaderos del regimiento de Borbón y nueve voluntarios del primer tercio de Vich á las órdenes del subteniente de aquel cuerpo D. Manuel Clercy, quienes auxiliados por el incesante fuego de la demás tropa apostada, contuvieron el asalto que por dos veces y con el mayor ímpetu fue dado, contribuyendo grandemente al destrozo enemigo las descargas cerradas que desde puntos cruzados hicieron los nuestros y las granadas de mano que continuamente estuvieron arrojando ocho granaderos de Borbón colocados sobre los flancos del muro. El coronel que mandaba la columna asaltante viendo que su tropa se retiraba se puso al frente de ella y se adelantó hasta la cresta de la brecha. Quedó sorprendido al verla tan limpia de escombros por la parte interior y al contemplar la cortadura hecha por los defensores en peña viva que colocaba la brecha por su parte interior al borde de un escarpado. Quiso retirarse pero quedó muerto allí mismo, junto con varios zapadores que empezaban á cubrirse con las ruinas exteriores de la misma brecha. Después de hora y cuarto del más empeñado combate, emprendieron los enemigos precipitadamente la fuga, escondiéndose en sus ramales de trinchera, dejando la brecha y sus inmediaciones sembradas de muertos y heridos.

Igual desastre sufrió la columna que saliendo de San Daniel asaltó el fuerte del Calvario. Subiendo cautelosamente la pendiente se presentó al pié de la brecha. La guarnición, con todo y haber sido reforzada solo se componía de 80 hombres á las órdenes de D. Francisco Giralt teniente del segundo tercio de Barcelona. En vano las baterías de la torre de San Daniel protejían este asalto, pues la tropa apostada detrás del retrincheramiento, resistió con la mayor serenidad haciendo fuego de fusil y disparando polladas y granadas de mano. Después de mucho rato de combate emprendieron la retirada, dejando 16 muertos al pié de la brecha y sufriendo en su fuga el fuego de metralla del fuerte del Condestable y del reducto del Cabildo apesar de que este último se hallaba también rodeado de enemigos.

En efecto una columna de 400 hombres pasando por el pié de la torre Gironella se estableció durante estos asaltos en la hondonada intermedia entre los reductos del Cabildo y de la Ciudad, á cubierto de los fuegos del fuerte Condestable, para entretener á sus guarniciones, especialmente la del primero de dichos reductos.

Ante estas novedades alarmose la compañía de frailes que defendía el baluarte de la Merced, rompiendo un vivo fuego contra los enemigos.

Una partida de éstos en número de unos cien , bajó á la desfilada por el foso ó cañada inmediato á la muralla que va desde las casas de la torre Gironella hasta la puerta del Socorro, con la idea de abrirla con algún petardo. Este movimiento fue observado por los paisanos armados que sin pertenecer á la Cruzada tenían encargada la defensa de aquella parte del recinto. Su comandante D. Francisco Camps y Font, destacó una partida de 40 paisanos armados, con dos granadas de mano cada uno al mando de D. Joaquin Prat, de Vich, quienes colocándose encima de la espresada puerta y auxiliados por los frailes del baluarte de la Merced, obligaron á los enemigos á retirarse en dirección á la torre Gironella. Mantuviéronse allí Prat y los suyos ocupando aquel estenso lienzo de muralla, hasta que fueron reforzados por el 2.º tercio de voluntarios de Talarn al mando del Barón de Eroles.

Mientras tanto salió por la misma puerta del Socorro el teniente del 2.º tercio de Barcelona D. José Camps con su guerilla compuesta de 34 hombres. Era este oficial hombre de mucho valor y atacando á los que tenían rodeado el reducto del Cabildo les obligó á retirarse y á bajar precipitadamente hacia la torre Gironella. No satisfecho con esto bajó él también encontrándose con que los enemigos habían ocupado las casas inmediatas á dicha torre, donde cuarenta de ellos estaban construyendo un parapeto. Sin reparar en la inferioridad numérica y en su desventaja por estar aquellos apostados, atacoles con la mayor decisión y les arrojó de todos sus puntos, y obligándoles á reunirse con los que apiñados debajo la torre Gironella intentaban el cuarto y último asalto de las brechas de Alemanes.

La guerrilla de Camps llegó á la vista de estas fuerzas enemigas precisamente en el instante en que emprendían la retirada definitiva. Camps maniobró de manera que aparentando tener más gente de la que realmente tenía, acabó de infundir el desaliento entre los fugitivos. Fue tan feliz esta guerrilla en su salida que causó ochenta muertos al enemigo, y muchos heridos debido á que siempre pido atacarle de flanco y á poca distancia. Entre los muertos lo fueron un capitán y tres subalternos. Se recojieron por la misma guerrilla varios fusiles, picos, hachas, una caja de tambor y otros despojos.

La retirada la verificaron casi á un tiempo las columnas asaltantes. Los militares y paisanos que estaban en las brechas, les persiguieron á pedradas mientras estuvieron á su alcance y luego lo verificaron los fuegos de la plaza. Dos partidas de las guarniciones de los fuertes Condestable y Calvario, que sus comandantes hicieron salir al observar el desorden con que huian los enemigos les picaron la retaguardia hasta el monasterio de San Daniel. Los tiadores de los campanarios de la Catedral y San Pedro de Galligans, el baluarte de Sarracinas, la batería de la Catedral y todos los puntos desde donde se descubría á los fugitivos, les compañaron con un vivísimo fuego que acabó de atolondrarles en su desaliento.

Mucha y sensible fue la pérdida qu sufrieron. Algunos desertores enemigos que entraron días después en la plaza la elevaron á 800 y otro que entró más posteriormente manifestó que el total de su pérdida había sido de 1200 hombres. Los partes franceses de momento lo callaron cuidadosamente, siguiendo su costumbre de hacerlo así en los sucesos militares en que la fortuna les era adversa y después cuando los consignaron, fue en n.º de 624. Entre los muertos se vieron tres coroneles y muchos oficiales. Uno de aquellos lo era aquel Forestí que fue á posesionarse en 1808 del castillo de Montjuich en Barcelona siendo gobernador del mismo el entonces Brigadier D. Mariano Alvarez y á quien solo hizo entrega mediante orden espresa, escrita y firmada por el Capitán General español.

Belmas dice: "Esta desgraciado acción, duró dos horas y nos costó 624 hombres muertos ó heridos, de los cuales 33 oficiales comprendidos entre ellos los coroneles Ruffini del 32.º, Forestí del 5.º italiano y Mouff del 1.º de Berg".

Minali, con su acostumbrada parquedad dice que se calculó la pérdida del enemigo, en 500 hombres.

De tal manera fueron rechazados los 4500 hombres de la division del sitio, y la division entera de Pino, que dirijidos por Verdier, intentaban entrar en Gerona á sangre y fuego por cuatro estensas brechas defendidas por paisanos estenuados por las privaciones y por soldados que no tenían otro sustento que un rancho de trigo ó habas, condimentado con un poco de aceite ó una onza de tocino, debidos aun estos condimentos á la generosidad de los gerundenses.

Durante los asaltos los dos morteros del foso de Montjuich arrojaron 96 bombas y 57 granadas los cuatro obuses que tenían en otras baterías. Apesar de todo esto no se perdió ni un momento la serenidad en Gerona. Desde el primer toque de campana se reunieron el Ayuntamiento y las Juntas de Gobierno y Económica dictando acertadas disposiciones. Ordenaron que algunos comisionados recojiesen el poco vino y aguardiente que encontrasen en las casas para dar algún refresco á los defensores de las brechas. Mandaron que algunas mujeres se establecieran en las esquinas de las calles para auxiliar y relevar á las de la compañía de Santa Bárbara que en pariguelas conducían heridos á los hospitales de sangre, en cuya caritativa tarea fueron auxiliadas por algunos religiosos y paisanos inútiles para las armas. Se previno por último el arreglo de parrillas para alumbrar las calles durante la noche siguiente, por exijirlo los muchos escombros que en ellas habían caido durante el bombardeo, y el temor de que el enemigo repitiese los asaltos.

Como en las casas no habían quedado más que las mujeres libres de los servicios indicados, se constituyeron todas en las puertas de aquellas para prestar auxilio así á los individuos de sus familias como á los demás que conviniese.

Según el estado que presentó el mayor general D. Joaquin O-Relly teniente coronel del Regimiento de Ultonia, la pérdida que tuvo la guarnición fue de 242 hombres; 44 muertos, 158 heridos y 40 contusos. Según el estado que publica Minali fue la pérdida de 267 hombres. La causa de esta variedad fue la de proponerse solo el primero de dichos jefes detallar las bajas que cada cuerpo tuvo en aquel día y no los que murieron de resultas de las heridas, ni los que no tenían cuerpo determinado.

Entre los valientes militares que pagaron con su vida tan heroica defensa hay algunos dignos de especial mención. D. Rodulfo Marshal, coronel graduado y agregado al Regimiento de Ultonia, comandante de la brecha de Santa Lucía, recibió mortal herida en su puesto de honor y falleció durante la noche siguiente, encargando que se felicitase de su parte al General Alvarez, asegurando que moría gustoso por la justa causa de los españoles y por haber contribuido á la gloria de aquella memorable jornada, manifestando que tenía al General Alvarez por el mejor general de Europa. D. Ricardo Macarti teniente coronel graduado y sargento mayor del regimiento de Ultonia, que cayó herido mortalmente al frente de los granaderos de su cuerpo defendiendo la brecha de Alemanes. D. Antonio Codina, capitán del primer tercio de voluntarios de Vich, que recibió la herida que le ocasionó la muerte, guardando el obus colocado en la iglesia de Santa Lucía. D. Salustiano Gerona capitán graduado del cuerpo de artillería, herido mortalmente como se ha dicho en la torre Gironella. Don Salustiano Gerona era uno de los oficiales más distinguidos de la guarnición de Gerona. Samaniego en su memorial le aplicó los dictados de famoso é insigne capitán. Su fama como escelente artillero no era infundada. Cuéntase que á veces se entretenía mandando á una señal disparar varios cañones que el mismo había apuntado previamente, de cuya suerte lograba desmontar muchas piezas enemigas, haciendo de este modo callar en cierta ocasión los fuegos de una batería del sitiador. Recorria á todas horas, así de día como de noche, el recinto de la plaza, vestido casi siempre de riguroso uniforme, en el que comprendiéndose el sombrero con galón de oro, era luego conocido de los sitiadores, quienes al entrar en Gerona después de la capitulacion preguntaron por el oficial de artillería del sombrero con galón. Mientras estuvo en la Torre Gironella tiraba contra los asaltantes las granadas de mano y hacía rodar y despeñar las de 8 pulgadas que no podía arrojar. No quedando ningun proyectil para echar á los enemigos les arrojó de punta al sentirse mortalmente herido, con furia su propio sable. Apesar de su herida fue el último en marcharse de la torre. Murió luego en el hospital recomendando á sus camaradas el cumplimiento de sus deberes. D. José Gómez de Arteche en su apreciada Guerra de la Independencia, dice que "halló en Gerona tan viva la memoria de este oficial que comprendió era, después de Alvarez, uno de los más populares, bien por su valor, que ciertamente debió revelarse como extraordinario, bien por una arrogancia que haría hasta plausible la coincidencia de su apellido. Corría, dice, allí la tradición de que, situado en lo alto de las brechas con su arma favorita en la mano, una granada, exclamaba siempre ¡Gerona salvará á Gerona ó se sepultará en las ruinas de Gerona!".




Abanderat del regiment Ultònia amb la bandera regimental. Figura de plom a escala 1:32. Col·lecció particular, Girona.



Terços espanyols a Texas. Soldat dels Terços d'infanteria. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Abanderat del regiment Ultònia amb la bandera coronela. Figura de plom a escala 1:32. Col·lecció particular, Girona.



Reial Cos d'Artilleria. Capità de la Secretaria d'Estat Major de l'Artilleria. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Reial Cos d'Artilleria. Obrer d'artilleria. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.


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