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Real Decreto de 3 de Enero de 1810.
"Mas considerando S.M. que estas gracias, honores y distinciones, que ya de toda justicia corresponden á Gerona, no es suficiente galardón de su mérito sobresaliente, ni corresponde á la gloria con que su valerosa constancia ha esparcido en la nación, ha decretado ademas, que luego que se reuna la representación del pueblo español en las próximas córtes, se presente á aquel augusto congreso una exposición fiel del principio y progresos de este memorable sitio, y que las mismas córtes, designando con la solemnidad que les corresponde la digna y extraordinaria recompensa que debe darse á aquella insigne ciudad, sean las que pongan la corona cívica sobre las sienes de Gerona. -- Tendréislo entendido y dispondréis lo conveniente á su cumplimiento. -- El arzobispo de Laodicea, presidente. -- Real Alcázar de Sevilla 3 de enero de 1810. -- A. D. Pedro Rivero". "Primero, el nombre del gobernador de Gerona D. Mariano Alvarez será inscripto con letras de oro en una lápida, que se colocará en la sala de sesiones de S.M. "Segundo, cuando las circunstancias de la nación lo permitan, se erigirá en la plaza principal de Gerona, un monumento para memoria de su defensa extraordinariamente distinguida y heroica, grabándose en él el nombre de su bizarro gobernador. "Lo tendrá entendido el Consejo de Regencia y dispondrá lo necesario á su cumplimiento en la parte que le toca, mandándolo imprimir, publicar y circular. "Dado en Cádiz á 7 de Enero de 1812. -- Manuel de Villafañe, presidente. -- José Maria Calatrava, diputado secretario. -- José Antonio Sombiela, diputado secretario. -- Al Consejo de Regencia". Hemos terminado nuestra misión. No queremos despedirnos de nuestros lectores sin exponer algunas sencillas consideraciones que se nos ocurren antes de dejar la pluma. Gerona, despreciada como plaza fuerte por los ingenieros militares franceses, se levantó á favor de la independencia patria, cuando el enemigo tenía ocupadas las plazas de primer orden de Barcelona y Figueras, en medio de la cuales se hallaba situada. Apesar de carecer de guarnición y de recursos, la incansable junta desde el primer momento elejida, supo encontrar gente y caudales para organizar la defensa de la ciudad, y la guerra en todos los ámbitos de los corregimientos de Gerona y Figueras. Aquellos atrevidos somatenes, que tanta gloria adquirieron al principio de la guerra de la indepdencia en nuestra provincia, los tercios de migueletes de Gerona y Figueras, las defensas tenaces de Hostalrich y Rosas, los cuerpos de los célebres guerrilleros Milans, Clarós y Rovira, todo fue organizado y sostenido por la junta de Gerona. Dos veces intentaron los aguerridos ejércitos de Napoleón sofocar el movimiento patriótico de nuestra ciudad y en ambas fueron vencidos y humillados al pié de nuestros muros. Poco les importó á nuestros abuelos que el ejército español fuese varias veces derrotado en las batallas campales que se dieron: ellos sin amedrentarse, continuaron organizando y sosteniendo la lucha, apesar de hallarse en un rincón de la península y muchas veces incomunicados con el ejército y con el gobierno de la nación; ofreciendo al fin la admiración del mundo entero, el sacrificio inmenso del memorable sitio de 1809. La defensa de Gerona contribuyó estraordinariamente á dar fé en la victoria que al final se alcanzó como término de la guerra de la independencia. Gerona ocupó de tal modo la atención de los franceses en marzo de 1809, que apesar de haber Saint-Cyr batido al ejército español en Llinás, Molins de Rey y Valls, tuvo que retroceder para formalizar el sitio, abandonando bien á su pesar el fruto de aquellas victorias que tan funestas habían sido para Cataluña. Saint-Cyr con su ejército de veinte mil hombres, reforzado con la división italiana de Lechi y la wesfaliana de Morio, sumando más de treinta mil hombres, á no haber sido la obstinada defensa de Gerona, hubiera dominado fácilmente el Principado en aquellos momentos en que el ejército catalán diezmado por la epidemia y las derrotas sufridas, exhausto de caudales, y hasta sin vestuario y sin armamento, solo podía oponer una débil resistencia. Mientras duraba el sitio de Gerona, estalló la guerra entre Francia y Austria. Esta nación fuerte y poderosa, sufrió la derrota de sus ejércitos, perdió gran numero de fortalezas consideradas como las más inexpugnables de Europa y al fin hubo de rendirse á Napoleón: y entretanto Gerona continuaba ella sola defendiéndose, y continuó resistiendo por mucho tiempeo más, las embestidas del vencedor de Austria. El enemigo hubo de ir tomando, uno á uno, los fuertes exteriores, abrió cuatro estensas brechas en la ciudad, las asaltó con furor, empleó todos los recursos del arte y de su poderío, y al último hubo de convencerse de que´á viva fuerza no había de entrar en ella, y convirió el sitio en bloqueo, dejó que el hambre y las enfermedades, acabaran con aquellos soldados, migueletes y paisanos á quienes no había logrado vencer. Hasta del bloqueo llegó á cansarse el sitiador, tan largo é interminable se iba haciendo. Cuando conceptuó á los sitiados sin fuerza y sin vigor por falta de alimentos y por sobra de enfermedades, redobló con furor sus ataques. Aun entonces se resitieron. Aquellos héroes, honor del nombre español, al sonido de la campana y al redoble del tambor, salieron de las ruinas de los templos y de los insanos subterráneos, y aunque escuálidos, macilentos y descarnados, empuñaron las armas y corrieron nuevamente á las brechas, y sin mas fortaleza que la fiebre y la desesperación, arrancaron á los vencedores de la Europa, los laureles que llevaban. Gerona cayó cuando las enfermedades hubieron aniquilado sus defensores, cuando las ruinas de los edificios públicos y particulares llenaban su suelo, regado con sangre generosa, cuando el hambre hizo caer como un cuerpo muerto á los que habitaban aquel recinto de miseria, y cuando la poderosa artillería enemiga hubo demolido y dominado las defensas de segunda y tercera línea de aquellas cuatro grandes brechas, por una de las cuales podía entrar un batallón de frente, sin perder su formación. Gerona abandonada á su suerte durante el sitio y después de la capitulación, quedó en la ruina y en la miseria. Los nobles, los propietarios acomodados, los comerciantes é industriales que contaban con recursos de alguna importancia, se trasladaron á Barcelona, donde definitivamente fijaron su residencia. A tal estremo llegó la despoblación, que en 17 de mayo de 1815 Gerona solo tenía 4.551 habitantes. La junta del reino primero y después las córtes de Cádiz mandaron que se erijiese en la plaza principal de Gerona un monumento, para memoria de su defensa extraordinariamente distinguida y heróica: y semejante monumento no lo ha erijido aun el Estado, cuando tantos otros se prodigan por sucesos relativamente insignificantes, en poblaciones que durante la guerra de la independencia aumentaron en riqueza y disfrutaron una paz quieta y tranquila. La propia junta suprema ordenó que se reedificasen los edificios públicos con toda magnificencia á costa del Estado: y los edificios públicos de Gerona, arruinados, en ruinas quedaron. La promesa de quedar los gerundenses libres de tributo por diez años, quedó escrita en los reales decretos, sin llevarse á ejecución. El grande sacrificio de Gerona por la independencia patria no ha sido aún premiado. |
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